Zerain: “Zumaiara euskara ikastera etorri eta bertan piztu zitzaidan mendizaletasuna”
Alberto Zerain es uno de los homenajeados por la Zumaia Flysch Trail, junto a los fallecidos Benantxio Irureta y Pako Iriondo.
Alberto Zerain (Gasteiz, 1961) acepta las reglas de juego y las dificultades que establece cada montaña. No utiliza oxígeno suplementario, evita la ayuda de sherpas, no se vale de cuerdas fijadas por otras expediciones. No quiere que ninguna ayuda externa desvirtúe el reto que la montaña le plantea. Ha logrado ascensiones míticas en solitario, huyendo de los campos masificados, lejos de los focos. “Es maravilloso ver que eres capaz de superar por tus propios medios los retos que la montaña te plantea”.
Zerain ha hollado siete cumbres por encima de los ochomil metros –Everest, Makalu, Lhotse, Gasherbrum I, Gasherbrum II, K2 y Kangchenjunga–, pero pocos saben que su afición por la montaña surgió en Zumaia, a pie de mar. “Con quince años vine a Zumaia, al caserío Bitarte. Mi padre era amigo de Gorriti, el de los espectáculos con animales, y aquí pase todo un verano, ayudando a Gorriti con los animales y aprendiendo euskara. Y aquí fue donde me aficioné a la montaña. Compré mis primeras botas de cuero, y en cuanto tenía tiempo libre me dedicaba a recorrer las colinas que hay en la zona”. Desde entonces, Zerain ha completado una larga carrera como alpinista.
Después de aquel verano en Zumaia, de vuelta a su Gasteiz natal, se dedicó en cuerpo y alma a la escalada. “En aquellos años de juventud teníamos un ador desmesurado por la montaña. Era un no parar, todo el día escalando”. Zerain y sus amigos fueron descubriendo nuevos retos en los Pirineos, los Alpes y los Andes. “Hicimos muchas expediciones a los Andes; allí he vivido muchas aventuras”. En aquella época las cumbres de más de ochomil metros se le antojaban inalcanzables, pero un buen día le llegó la oportunidad de probar el Himalaya. “La primera expedición fue al Everest. Me ofrecieron la posibilidad de participar en una expedición de muchos miembros, y así fue mi estreno. Nos pidieron que utilizaramos oxígeno suplementario, ya que era importante que la expedición se culminara con éxito. A mí aquello no me hacía mucha gracia, pero acepté, ya que había sido invitado”.
En aquella expedición al Everest se percató Zerain de que no era ese el planteamiento que el buscaba. “No voy a criticar las grandes expediciones, pero no son mi opción. A mí me gusta un estilo más puro, más sobrio, el montañero frente a la montaña. Eso es lo que me atrae. Si necesitas esta o aquella ayuda para alcanzar la cumbre, entonces no estás preparado para ella, no la mereces”. Así, comenzó a organizar las expediciones a su manera, con los recursos mínimos necesarios y por vías no convencionales. “Si optas por las vías clásicas siempre te vas a encontrar con demasiada gente, con rutas ya abiertas, cuerdas fijadas… Además, las vías no convencionales son un reto para el montañero; tienes que pensar como afrontar la ruta, analizar las dificultades, encontrar soluciones… Eso es lo más bonito, ver que eres capaz de superar todo eso”.
De sus expediciones en solitario fue la realizada en 2008 al K2 la que tuvo mayor relevancia mediática. La hazaña de Zerain fue espectacular: en solitario, abriendo camino, ascendió directamente a la cumbre desde el campo tres. A las pocas horas, fallecieron once alpinistas que trataban también de ascender a la cumbre. “Cómo son las cosas, fue aquella terrible tragedia la que dio relevancia a mi ascensión. Para mí fue un día memorable, me sentí muy bien durante el ascenso. El descenso también lo hice directamente hasta el campo tres, en tres horas. Mientras bajaba vi que ellos subían, y pensé ‘estos a donde van’. Cuando llegué abajo me enteré de lo que había ocurrido. En la montaña hace falta suerte, pero muchos accidentes ocurren por tomar decisiones equivocadas”.
Carreras de montaña
Hasta hoy, su última expedición fue al Nanga Parbat, en 2011. Logró abrir en parte una nueva vía de acceso a la arista Mazeno, y le gustaría terminar el reto. Pero organizar una expedición requiere mucha dedicación. “Tengo proyectos en la cabeza y algo saldrá, pero no hay nada concretado. Para organizar una expedición tienes que quitarle muchas horas a tu vida cotidiana”. Pero Zerain sigue disfrutando de la montaña. Vive en Subijana de Alava, rodeado de montañas. “No tengo ni que coger el coche para acercarme”. También le gusta correr por el monte. “Hoy en día hay muchas carreras de montaña y participa mucha gente, pero yo siempre he corrido por el monte, solo. Ahora, de vez en cuando, participo en alguna carrera; en Zumaia he corrido dos o tres veces”.
Le hace ilusión participar en el homenaje de Zumaia Flysch Trail. “Más que por mí, me hace ilusión por Benantxio Irureta y por Pako Iriondo. Tuve el honor de conocer a ambos, y lo han dado todo por el montañismo vasco. Voy a participar para homenajearlos a ellos”.
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